Tarjetas co-brandeadas, remesas y control de gastos: la nueva ola fintech en México
Por Pablo Gil, Head of Business Development de Pomelo para México
}El ecosistema de pagos en México está atravesando un momento de redefinición. Durante años, el uso de tarjetas estuvo dominado por bancos tradicionales con productos poco diferenciados. En este contexto, fintechs, minoristas y corporativos han entendido que las tarjetas no son un simple medio de pago, sino una plataforma de relación, fidelización y eficiencia operativa, como lo revela un informe de Mastercard cuando hizo el lanzamiento de sus programas de fidelización Engage y Fintech Express.
Desde mi perspectiva, hay tres tendencias que marcan el rumbo de esta transformación: las tarjetas co-brandeadas, las tarjetas vinculadas a remesas y las corporativas para la gestión de gastos. Cada una atiende a un público distinto, pero todas comparten una característica clave: están diseñadas para crear valor más allá de la transacción.
La fidelización ya no se mide en puntos, sino en experiencias
El caso de Stori X Shein ilustra cómo una tarjeta puede convertirse en una extensión del estilo de vida de los consumidores. No se trata solo de otorgar una línea de crédito, sino de ofrecer recompensas ligadas a una marca con la que los clientes ya sienten afinidad. Para Stori, un unicornio mexicano, la decisión de asociarse con Shein no solo le permitió captar nuevos usuarios, sino que también reforzó su propuesta de inclusión financiera con un producto aspiracional y sin anualidad.
La lección aquí es clara: las tarjetas co-brandeadas bien ejecutadas logran un doble objetivo. Refuerzan la lealtad de los clientes hacia la marca minorista y, al mismo tiempo, abren nuevas oportunidades de negocio para la fintech o el banco emisor.
Remesas: del efectivo a la inclusión digital
México recibe más de 63 mil millones de dólares en remesas al año. Sin embargo, gran parte de esos recursos son administrados en efectivo, con todos los riesgos y costos que ello implica. En este marco, las tarjetas asociadas a plataformas de remesas son una solución concreta para convertir esas transferencias en un instrumento de inclusión financiera.
La experiencia de Stable, fintech colombiana que lanzó tarjetas de crédito en solo 18 días con tecnología de Pomelo, es un anticipo de lo que podríamos ver en México. Para millones de familias, contar con un plástico que les permita usar de inmediato los recursos enviados por sus seres queridos, sin trámites bancarios engorrosos ni retiros presenciales, representa un cambio radical. No es exagerado decir que aquí se juega el futuro de la digitalización de remesas.
Control corporativo con visión digital
El tercer frente es el de las tarjetas corporativas, una herramienta que está ganando terreno entre las empresas mexicanas que buscan eficiencia y control. Fintechs como Mendel han demostrado que no se trata solo de digitalizar el gasto, sino de transformar la forma en que los equipos financieros administran recursos.
Con tarjetas físicas o virtuales, límites personalizados y emisión instantánea, las compañías logran una trazabilidad inédita, mientras que los colaboradores cuentan con medios de pago prácticos y seguros. Este modelo no solo facilita la rendición de cuentas, sino que también abre nuevas fuentes de ingresos a través del volumen de transacciones procesadas.
Una oportunidad que México no debe dejar pasar
Tras analizar estos casos, no caben dudas de que el país tiene la oportunidad de convertirse en un laboratorio regional de innovación financiera. La alta adopción digital, la importancia estratégica de las remesas y la necesidad de mejorar la inclusión plantean el terreno ideal.
Si comercios, fintechs y bancos diseñan propuestas centradas en el usuario —experiencias y fidelización, inclusión digital de remesas y control eficiente del gasto— el impacto será inmediato en adopción y formalización.
Para lograrlo, se necesita acompañamiento regulatorio y foco en resolver problemas reales antes que en lanzamientos vistosos. Hecho eso, las tarjetas dejarán de ser un plástico para convertirse en palancas de lealtad, inclusión y eficiencia operativa. México no solo participará de la nueva ola fintech: podrá liderarla.



